Una extraordinaria historia relativa a extraterrestres ocurre en 1938 cuando el arqueólogo Chi Pu Tei descubre una
serie de tumbas regularmente cavadas y alineadas en cuevas artificiales de las
montañas de Baian Kara Ula cerca de la frontera Chino-Tibetana.
Entre
decoraciones que mostraban a pequeños seres peinados con cascos, estrellas y
planetas, encontró pequeños esqueletos de cráneos anchos, aparentemente
desconocidos. Encontró también objetos de piedra que contenían rastros de metales
incongruentes, perfectamente circulares y adornados con símbolos estelares y con
una escritura minúscula en espiral. En 1962 un lingüista chino
consigue traducir el texto de uno de los 700 discos guardados en la Academia de
Pekín. Esta traducción nos relata la historia de un grupo de seres que se estrellaron
contra la Tierra hace 12.000 años y que fueron incapaces de reparar su nave.
Este grupo primeramente fue acosado, a causa de su extraña apariencia, por la
tribu de cazadores que ocupaba los lugares pero gracias a sus gestos pacíficos
terminaron aceptados y viviendo en paz.
En 1938 en las montañas de Bayan Kara Ula, en el Himalaya, en la frontera de la
China y del Tíbet, un equipo de arqueólogos chinos se propuso registrar
sistemáticamente una serie de cuevas interconectadas. Su interés por estos
lugares fue despertado por el descubrimiento de una serie de tumbas alineadas
con cuidado que contenían restos de esqueletos de lo que debía ser una raza
hasta ese momento desconocida para los seres humanos. Sus cuerpos eran pequeños
y endebles, su cabeza ampliamente más grande que cabezas normales, hasta el
punto que se creyó primeramente haber descubierto una especie desconocida de
monos. Pero las posibilad que unos monos cavaran tumbas decoradas para enterrar
a sus muertos excluía esta posibilidad.
Estudiando uno de los esqueletos, uno de los miembros de la expedición tropezó
con un disco de piedra enterrado en el suelo de la cueva. El objeto evocaba una
especia de disco fonográfico prehistórico: Un agujero perfectamente circular en
su centro y un surco en espiral con minúsculas letras desconocidas. Nadie pudo
comprender el sentido del texto. El disco fue etiquetado y mandado en compañía
de otros descubrimientos hacia Pekín donde unos expertos intentaron descifrarlo
durante 20 años sin éxito. Finalmente el doctor Tsum Um Nui comprendió esta
escritura desconocida y comenzó a descifrarla.
La Academia de Estudios
Prehistóricos de Pekín le prohibió mencionar y publicar su trabajo. Aunque dos
años más tarde quebrantó esa prohibición. El texto contaba la historia de una
"sonda espacial" pilotada por los habitantes de otro planeta que se estrelló en
las montañas de Baya Kara Ula. Sus intenciones pacíficas no fueron entendidas
inmediatamente por la tribu de cazadores trogloditas que ocupaban los lugares,
que, asustados por su aspecto, mataron a numerosos supervivientes del accidente. Se presentaron como "Dropas" y a fuerza de signos acabaron por convencerles de
sus intenciones pacíficas, explicando que venían "de las nubes" y que no tenían
ningún medio para reparar su vehículo o construir otro. En 1965, 716 nuevos discos grabados fueron encontrados en las mismas cuevas. Las
leyendas de la región mencionan a pequeños hombres amarillos que "venían de las
nubes", con anchas cabezas y cuerpos endebles, de aspecto tan horrible que
fueron perseguidos y asesinados.
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